La habitación 301

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Este relato participa en el concurso La ruperta asesina de relatos de terror/humor para Halloween (jalogüai segun nuestras madres) que ha organizado Eric Noseli . Esperamos que nos votéis o no.


La habitación 301

¿Por qué nadie se atrevía a comentar lo extraño que resultaba que esa puerta estuviera abierta?, es más ¿por qué nadie se atrevía a cerrarla?
Todo comenzó aquella noche que quedé para estudiar (o hacer como que estudiaba) con mi compañera de clase, ya que así nos consolaba ver cómo la otra estaba igual de desganada que una misma y viceversa [ver escena lésbica].
Claro está que esa hora de estudio, salpicada con cotilleos varios propios de nuestra edad, acabó pronto.

Así que tuve que volver a mi habitación que se hallaba en el ala opuesta a la de mi compañera, el ala impar, el ala donde estaba la habitación 301 con su puerta entreabierta.

El pasillo extrañamente largo, para tratarse de una residencia, estaba desierto. Tan sólo yo, cargada con todos mis apuntes, caminaba por él, fue entonces cuando me percaté que esa habitación, la 301 estaba entreabierta. Una extraña sensación me invadió pero la razón lógica fue más fuerte y acalló mis temores imaginando que alguien esperaría un visitante y por ello dejaba la puerta abierta [ver pensamientos calientes].
Al día siguiente por la mañana, camino de los ascensores, volví a pasar cerca de la habitación, ésta seguía abierta invitando a que algún curioso se adentrará en su interior.

Otra vez esa extraña sensación me invadió. Pero ingenuamente me repetía que todo se reducía al poder de sugestión y la culpa la tenía el maldito cine de terror japonés que me encantaba de una manera masoquista.

Día tras día pasaba al lado de la habitación siempre con su puerta abierta.
Lo peor llegaba cuando de noche debía pasar por su lado, su interior negro parecía ser el cúmulo de todo lo siniestro que uno pudiera imaginar.

No había comentado ni una palabra con nadie, me daba la impresión que me tomarían por loca, y quizás estuvieran en lo cierto porque mi temor había ido en aumento, hasta el punto de tener que pasar corriendo cuando debía sobrepasar la 301, cómo si un brazo pudiera salir y agarrarme.

El viernes de la última semana de curso, después de una gran celebración y varias copas de más, me despedí de mi compañera y volví sola a mi habitación sin recordar la puerta de la 301. La luz, al igual que las luces de los patios comunes se apagaba sola al pasar unos minutos y decidió apagarse justo cuando estaba en el extremo del pasillo, justo después de ver una persona que entraba corriendo en la 301.
Mi corazón se aceleró, el sudor cubría mi frente y la risa tonta producto del alcohol se borró de mi cara...Ya era hora de acabar con esto. Decidí entrar en la habitación y averiguar que coño pasaba.

El interruptor, quedaba al otro lado del pasillo, así que de cualquier forma, tenía que acercarme a oscuras, aterrada por si era Joel, el zombie quien estaba en el interior o Turdy Fart hartándose de comer. Decidida (borracha) acerqué mi cabeza al quicio de la puerta para entrever el acto más bizarro de mi vida.

Suavemente iluminado por los primeros rayos de sol se presentía la figura horrenda de un hombre enorme manipulando la dichosa puerta con algo que parecía ser un destornillador. Cuando me vio, por poco no se me paró el corazón, me miró fijamente a los ojos y dijo algo que parecía “ejta puta puerta no hace más que de abrirse pero por mij güevos que de hoy no pasa”.

Desde entonces esas palabras resuenan en mi cabeza todas las noches de lluvia.

FIN

5 comentarios:

Ariadna Ferret dijo...

¡Tienen mi voto! Que pasen un buen puente.

Anónimo dijo...

Heeey!!! Esta genial!! Teneis mi voto fijo.
Nos vemos!!

Eric dijo...

Bueno, que ya se acabó el tiempo de poner relatos y ya se puede votar ;)

bolboreta dijo...

Ya he votado! Espero que ganes.
Biquiños mil.

Anónimo dijo...

Holaa. Soy Bárbara, tengo una cuenta blogger pero no me acuerdo de la contraseña. Muy chulo, ya he votado.
Mucha suerte, ya me contaras